Orígenes e historia de los helados
No es fácil atribuir una «paternidad» al helado. Algunos lo hacen volver a la Biblia: Isaac, ofreciendo leche de cabra Abraham mezclado con nieve, habría inventado el primer «mangia e bevi[1. Comer y beber]» de la historia. Otros, sin embargo, lo confían a los antiguos romanos que se distinguieron pronto gracias a sus «nivatae potiones», verdaderos postres fríos.
Pero debemos esperar que el siglo dieciséis sea testigo del triunfo de esta comida. En particular, es Florencia quien reclama la invención del helado moderno, que primero usa leche, crema y huevos. Maravillosa innovación que se debe al arquitecto Bernardo Buontalenti. Otro gran personaje de la historia del helado fue un caballero de Palermo, Francesco Procopio dei Coltelli que, tras haberse trasladado a París en la corte del Rey Sol, abrió la primera sala de helados de la historia, el famoso Caffé Procope[2. El Café Procope es uno de los más famosos y el más antiguo café-restaurante de París. Situado en el 6º distrito, en la rue de l’Ancienne-Comédie, 12. Es tradicionalmente un café y restaurante de artistas e intelectuales.].
Pero la historia moderna de esta deliciosa comida comienza oficialmente cuando el italiano Filippo Lenzi, a fines del siglo XVIII, abrió la primera heladería en suelo estadounidense. El helado se extendió hasta tal punto que estimuló una nueva invención: el tiesto de manivela[3. Primera máquina para hacer helado que constaba de un envace de madera, parecido a un tiesto de flores, con una manivela en la parte superior para mover el contenido.], patentado en el siglo XIX por William Le Young.
El primer helado industrial en un palo, el Mottarello con fiordilata nació en Italia en 1948. Poco después, en los años 50, aparece el primer cono con un gofre industrial, el legendario Cornetto. Los años 70 y la difusión del frezeer doméstico bautizan en cambio el primer cubo de tamaño familiar, el Barattolino. Hasta llegar a la primera cookie famosa se convirtió en un helado exitoso, el Ringo de dos colores.